El Diccionario de la Lengua Española , define fobia como: “un temor angustioso e incontrolable ante ciertos actos, ideas, objetos o situaciones, que se sabe absurdo y se aproxima a la obsesión”. Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), señalan que en la actualidad existen más de 250 tipos de fobias diferentes y que más de un 7% de la población mundial sufre de dicho trastorno, siendo los
objetos fobígenos de mayor prevalencia los relacionados a objetos o animales y, en segundo lugar, aquellos vinculados con situaciones medioambientales (por ejemplo, tormentas, alturas). Puede considerarse a las fobias como estados neuróticos, con miedo anormalmente intenso hacia ciertos objetos o situaciones específicos, con la producción de una respuesta de ansiedad ante el estímulo. Teniendo en cuenta que una fobia es una forma particular de miedo, aparece una dificultad diagnóstica relacionada con la diferenciación y delimitación entre los miedos adaptativos y los de orden fóbico. Podemos nombrar algunas características de las fobias y conductas fobícas:
• Es desproporcionada con respecto a las exigencias de la situación (aquí se considera que la reacción no se corresponde con la existencia de una situación particularmente peligrosa o amenazante para el individuo).
• No puede ser explicada o razonada por parte del individuo.
• Está más allá del control voluntario.
• Lleva a la evitación de la situación temida.
• Persiste a lo largo del tiempo.
• Es desadaptativa.
• No es específica a una fase del desarrollo o edad determinada.
Características generales:
Las conductas fóbicas, consisten en recurrir a estrategias para dominar la angustia, apareciendo en el cuadro conductas de evitación: en el caso de que los objetos fóbicos se encontrasen cerca, advendrá la eclosión de una crisis de angustia. El sujeto se comportará de forma tal que le permita encontrarse con el objeto o situación temida, derivando en variadas conductas de fuga tales como alteración de recorridos o vigilancia en los lugares para evitar el encuentro.
La situación fóbica suele traer por añadidura una conducta de tranquilización, que consiste en no encontrarse sólo, buscar la presencia de un personaje, objeto o lugar que evoque protección.
Respecto a la personalidad fóbica, se puede decir que estos sujetos no presentan un perfil lo suficientemente caracterizado y delimitado que permita hacer referencia como sí se haría con otros caracteres o tipos de personalidad. Sin perjuicio de ello, Ey (1994), distingue dos aspectos fundamentales que constituyen el carácter del sujeto fóbico, a saber:
El constante estado de alerta: “en él se conjugan un ´alerta tenso´ con una exploración permanente, como con antenas del espacio, ya sea dimensional o simbólico.
La actitud de huida: puede traducirse en dos maneras opuestas: pasivas y activas.
Conductas fóbicas Pasivas: Son las inhibiciones, que pueden ser:
Parciales: ciertas inhibiciones sexuales, timidez con el otro sexo.
Totales: Rechazo del contacto con los otros en general.
Actitudes Activas o contrafóbicas: Sucede con frecuencia que las personas no evitan las situaciones temidas, sino que confrontan, una y otra vez, con aquello que temen.
En el caso de las contrafobias, se trataría entonces de una conducta o serie de conductas distintas del temor ante determinadas situaciones u objetos. Atañe a una huida hacia adelante que se expresa en un comportamiento de desafío.
Una perspectiva cognitiva de los trastornos de ansiedad y las fobias.
Los modelos cognitivos actuales de trastornos de ansiedad se han centrado en sus rasgos principales, como ser en el esquema cognitivo y en las creencias, que predisponen a los individuos a procesar información de forma sesgada, así como en la tendencia a centrar su atención en la amenaza o a malinterpretar estímulos ambiguos. El modelo original ha generado hipótesis capaces de explicar la fenomenología de los distintos trastornos de ansiedad como lo son los sesgos de memoria, donde los individuos ansiosos centran la atención en la amenaza ignorando posibles recursos de salvación. También, atienden selectivamente a estímulos semánticos y gráficos de carácter amenazador. Se infiere entonces que estos sesgos son de carácter automático y suelen escapar al control consciente. Otro dato de interés es que los individuos ansiosos malinterpretan como peligrosas a situaciones neutrales, según Amir, Foa (1998):
Esta hipótesis la han confirmado numerosos estudios que demuestran que, cuando a sujetos ansiosos se les presentan escenarios ambiguos que implican cierto daño potencial, los mismos tienden más a considerar como más verosímiles las explicaciones negativas sobre determinados acontecimientos que aquellos quienes no son ansiosos.
Otro factor a tener en cuenta son las imágenes. Diversos estudios aseveran que la “imaginería” (la capacidad de recrear situaciones en la imaginación) es un mecanismo cognitivo importante que mantiene los síntomas de ansiedad. Algunos sujetos fóbicos, tienen imágenes de miedo aparejadas a sus pensamientos automáticos negativos en los casos de ansiedad.
Sobre las asociaciones implícitas, se puede decir que consiste en una tarea de tiempo de reacción que mide la fuerza de las asociaciones de conceptos en la memoria. Esto es un indicador de la ocurrencia de un procesamiento esquemático. Lo que ocurre es que los estímulos se clasifican más velozmente cuando el objeto y los adjetivos cuadran con las asociaciones automáticas de los participantes (por ejemplo, víboras y mal), que cuando no cuadran (por ejemplo, víboras y bueno).
Teachman, Gregg y Woody (2001) descubrieron que los participantes con fobias específicas (como hacia las arañas), reaccionan más deprisa a la asociación de estas con descriptores negativos que a la asociación de serpientes con descripciones negativas, y que en los participantes con fobia a las serpientes ocurre a la inversa. En un estudio de seguimiento, Teachman y Woody (2001) mostraron que estas asociaciones implícitas se ven atenuadas por el efecto de una psicoterapia. Por tanto, la tarea de asociación implícita, tiene la capacidad de ofrecer datos que definen los parámetros y la estructura de esquemas inadaptivos asociados con trastornos como las fobias.
Por último, en cuanto a la atención centrada en uno mismo y en concordancia con la idea de que los individuos fóbicos muestran sesgos de atención hacia las amenazas del entorno, detectando los peligros potenciales del medio más rápido que los individuos no ansiosos y/o fóbicos, y centran su atención en la amenaza a expensas de los estímulos neutrales o del factor seguridad. Este cambio de atención afecta al rendimiento en ciertos casos, aumentando la emoción negativa y activando cogniciones o aprendizajes negativos.
Lic. Mariano Dominguez